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Yo soy Diego Ruzzarin

 

Hola, yo soy Diego Ruzzarin y esta es mi historia.


Hola, yo soy Diego Ruzzarin y esta es mi historia.

Nací en Nací en Porto Alegre, Brasil, pero mi vida ha sido un constante movimiento. Desde joven, mi familia se mudó a Brasil, lo que me permitió ver el mundo desde otra perspectiva y absorber diferentes culturas. Siempre me ha interesado el diseño, la filosofía y la forma en que las ideas moldean el mundo.


Dejar el mundo corporativo y el primer salto al contenido

Mi carrera profesional comenzó en el mundo corporativo. Trabajé para empresas como Pepsico y Nestlé, donde me especialicé en diseño de productos y estrategia de innovación. Pasé años viajando, aprendiendo cómo operan las grandes compañías y entendiendo cómo se construyen las narrativas de consumo.

Pero llegó un momento en el que me di cuenta de algo: no quería pasar mi vida diseñando envases de comida chatarra. Había algo dentro de mí que me decía que tenía que hacer algo más grande.

Así que decidí salirme del mundo corporativo y empezar desde cero. Fundé una agencia de diseño e innovación en Brasil, trabajé con startups y exploré nuevas formas de crear contenido. En ese proceso, me di cuenta de que lo que realmente me apasionaba era compartir conocimiento y cuestionar el status quo.

Curiosamente, al salir del mundo corporativo, me seguían invitando a reuniones con directivos de alto nivel. Ahí noté algo interesante: mi apariencia generaba escepticismo

Siempre vestía jeans, camiseta y sneakers, mientras que el resto usaba trajes impecables. Pero en cuanto comenzaba a hablar, la percepción cambiaba por completo. Esto me confirmó algo: en el mundo de los negocios, lo que realmente importa es el contenido de lo que dices, no cómo te ves.


El inicio en redes y el primer gran viral

Mi incursión en redes sociales no fue planeada. Todo comenzó como una simple necesidad de compartir ideas. Al principio, subía videos sobre filosofía, sociedad y diseño de productos. No tenían mucha audiencia, pero disfrutaba el proceso de reflexionar en voz alta y abrir debates.

Hasta que un día pasó lo inesperado.

Un fragmento de una conversación se volvió viral sin que yo lo buscara. Fue un clip en el que hablaba sobre cómo la industria de la comida rápida manipula los hábitos de consumo

Lo más curioso es que yo ni siquiera lo subí. Alguien tomó un extracto de uno de mis videos, lo publicó en Twitter y, de la noche a la mañana, miles de personas estaban hablando de mí.

Ese momento me enseñó algo clave:
En el mundo digital, no decides qué se vuelve viral. El algoritmo lo hace por ti.

El debate con "Master" Muñoz y el momento más viral de mi carrera

Si hay un punto en mi carrera en el que mi nombre explotó en redes, fue el debate con Carlos "Master" Muñoz.

Él es un empresario conocido por vender cursos de negocios y promover la mentalidad de abundancia y emprendimiento. Su discurso me parecía una versión moderna de la meritocracia neoliberal, donde se ignoran las desigualdades estructurales y se asume que todo depende del esfuerzo individual.

Sabía que chocaríamos en muchas ideas. Pero lo que nunca imaginé fue lo rápido que el video se viralizaría.

En un momento de la conversación, Muñoz me dijo que yo era un "empleado del mundo" porque no vendía cursos ni tenía un esquema de negocios como el suyo. A lo que yo respondí con una frase que se volvió legendaria en redes:

"Eres un vendehumos."

De un día para otro, TikTok, Twitter, YouTube e Instagram estaban inundados de memes, reacciones y análisis del debate.

Este episodio marcó un antes y un después en mi carrera en redes. Me hizo darme cuenta del poder de la viralidad y de cómo un solo momento puede cambiar la percepción pública sobre alguien.


Ruzzarin Bros y la evolución del contenido

Después del boom de las redes, decidí crear un proyecto con mi hermano Mateos: Ruzzarin Bros.

Siempre habíamos tenido una relación competitiva, pero compartíamos una curiosidad inmensa por la filosofía y la literatura. La idea era combinar el pensamiento crítico con la cultura pop, haciendo que la filosofía fuera accesible para todos.

Pero con el tiempo, Mateos decidió que era mejor ponerle una pausa al proyecto. Me dijo algo que me marcó mucho:

"Prefiero que sigamos siendo hermanos antes que socios."


Colaboraciones y amistad con Roberto Martínez

En este punto de mi carrera, una de las relaciones más significativas que desarrollé fue con Roberto Martínez. Nuestra primera interacción se dio cuando fui invitado a su podcast Creativo. Esta charla resonó con mucha gente y sentó las bases para una amistad y colaboración continua.

Con el tiempo, decidimos unir nuestras perspectivas en el podcast Bizarro, donde analizamos los eventos más virales de internet desde un ángulo crítico y filosófico.

Además de Bizarro, he tenido la oportunidad de colaborar con creadores de contenido como Adrián Marcelo, Farid Dieck, Franco Escamilla, Álex Fernández y Simón Levy, explorando temas desde la filosofía hasta la comedia.


El documental sobre fútbol y su impacto en mi vida

Después de pausar Ruzzarin Bros, sentí que necesitaba un nuevo reto. Fue ahí donde Televisa me propuso hacer un documental sobre fútbol.

El proyecto me llevó a 26 destinos en 40 días, documentando cómo el fútbol moldea la identidad de las personas en diferentes culturas. Descubrí que el fútbol no es solo un deporte, sino una forma de resistencia, de comunidad y de identidad.

Pero lo más importante que aprendí con este proyecto fue la necesidad de escuchar más y hablar menos. Durante años, mi trabajo había sido exponer ideas, debatir y generar conversaciones. Pero en este documental, mi rol fue ser oyente, dejar que las personas contaran su historia sin imponer la mía.


La entrevista con Nicolás Maduro: El experimento más arriesgado

Cuando me invitaron al Maduro Podcast, supe que iba a ser un campo minado. Sabía que la entrevista desataría reacciones polarizadas, pero decidí aceptarla para entender cómo funciona el aparato de poder en Venezuela.

Después de la entrevista, las redes explotaron. Para muchos, fui un traidor. Para otros, fui valiente. Pero lo que quedó claro es que vivimos en una era donde el contexto ya no importa, solo la narrativa que cada quien quiere reforzar.

Y si algo me quedó claro después de esta experiencia es que el verdadero poder no está en los hechos, sino en quién controla la versión de esos hechos que llega a la gente.

Porque al final del día, la historia no la escriben los que tienen la razón. La escriben los que saben contarla mejor.

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